Hubo un día que me levanté especialmente cariñoso. Tuve un arrebato de “pasión” y no hice nada por evitar ese impulso. Así que, se me ocurrió enviar una foto mía a algunos de mis contactos, con un mensaje claro y conciso: “Te quiero”.
La experiencia fue muy gratificante y por eso me gustaría compartirla con vosotros.
Lo que desencadenó aquella iniciativa fueron reacciones diversas.
Por un lado, obtuve bastantes respuestas de personas que me decían que les había alegrado el día.
También tuve unos cuantos mensajes advirtiéndome de que me había equivocado de destinatario, lo que me lleva a pensar que quizás no estaba haciendo algo bien con esa persona, que no esperaba de mí tal declaración.
Sé que algunos de esos destinatarios reenviaron ese mismo mensaje a su gente más querida, agradeciéndome, a su vez, que les hubiera recordado la importancia de decir te quiero.
Y también hubo muchos, la mayoría, que me respondieron diciéndome que también me querían, algo que indudablemente también me alegró.
Además de la recompensa recibida por aquel acto, también aprendí una importante lección. Y es que, además de leer todas esas frases motivadoras que leemos por la Red y compartimos a través de las redes sociales con frecuencia, lo esencial no es sólo leerlas, sino aplicarlas.
Para mí, aquel fue un día muy especial. Y puedo constatar que sentirse querido es la mejor sensación que puedes tener.
Así que te animo a que lo pruebes, a que dejes la vergüenza a un lado y digas “Te quiero”.
Yo no enviaría una foto mía, mas bien una foto que signifique algo especial para el destinatario o algo que represente nuestra amistad, junto con el mensaje.