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Ángel María

Si no tienes el hábito de hacer ejercicio físico, solo plantearte apuntarte al gimnasio ya te puede dar una enorme pereza. El problema es que, si nunca entrenas, la pereza te acompaña cada día.

Uno de los propósitos más habituales después de las vacaciones, cuando da comienzo una nueva temporada o un nuevo año, es el de hacer más ejercicio.

Hay quien empieza apuntando en la agenda ese propósito, y hay quien da un paso más y se llega a apuntar al gimnasio.

Sin duda, ese ya es un paso más del que hace mucha gente.

El problema es que, en muchas ocasiones, quien se pone las zapatillas para dar los siguientes pasos es la pereza. Y claro, si te han quitado las zapatillas, ¿cómo vas a hacer ejercicio? 

La pereza siempre viene equipada con muchos accesorios, también llamados excusas. 

Desde la típica «empiezo mañana», hasta la de «no tengo tiempo», pasando por «tampoco me hace tanta falta», «estoy esperando a que se apunte mi hermana conmigo», «hace demasiado frío, calor, lluvia, humedad…».

Y si alguna vez comienzas a entrenar, sea la actividad que sea, y venías de una baja forma física, entonces la pereza consigue nueva equipación para ponerte más trabas.

Las agujetas, el cansancio, la frustración…

Después del primer día, es posible que te encuentres mucho peor que ayer.

¿Cómo es posible?

¿Quién puede asegurar que es mejor vivir con una buena condición física, si hoy he estado al borde de la muerte?

Es duro entrenar, pero más duro es no hacerlo

Entiendo que pueda darte pereza comenzar a entrenar. Y sé que la pereza puede ser mayor, si después de tus primeros días de entrenamiento, te resulta un suplicio levantarte del sofá, debido a las agujetas.

La cuestión es que, con una baja condición física, cada vez te va a costar más levantarte del sofá.

No tendrás agujetas en los músculos, pero al esfuerzo que tendrás que hacer para levantarte (y que con el paso de los años, es mayor), también se suma la pereza emocional

Te cuesta más moverte, te falla la energía, decae tu ánimo, tu fuerza…

Y llega un punto en el que ni te planteas levantar una pesa, porque lo consideras una labor durísima e infructuosa

Pero no eres consciente de que levantar tu propio cuerpo y tu ánimo, cada día, es todavía más duro.

Evita la pereza en cualquier entrenamiento que quieras realizar

Esta analogía nos sirve también para cualquier aspecto de nuestra vida.

En ciertas etapas de nuestra existencia, sobre todo, cuando somos más jóvenes, no dudamos en apuntarnos al gimnasio, ni una excursión, un viaje, un curso o… lo que surja.

Tenemos ganas de comernos el mundo, de descubrir cosas nuevas, de investigar, aprender, crecer, soñar, ¡vivir!

Y si asoma la pereza en algún momento, encontramos recursos para quitárnosla de encima rápidamente.

Conforme nos hacemos mayores, parece que estamos más predispuestos a atender a la pereza y sus esbirros.

Sí, esos que nos dicen cosas como «ya eres demasiado mayor para empezar algo nuevo», «tienes demasiados problemas y responsabilidades, como para asumir más», «qué van a pensar los demás», «no tienes recursos suficientes…».

Entonces te dejas llevar por la pereza, el desánimo y la resignación.

Te convences de que tomar acción y empezar algo nuevo, es demasiado duro.

Pero lo realmente duro es vivir, cada día, una vida con la que no estás conforme.

Lo realmente duro es vivir sin propósito

Te parece duro entrenar para lograr una buena forma física. Pero no hacerlo, provocará que realizar otras acciones cotidianas te resulten cada vez más duras.

Lo mismo ocurre con la vida.

Tomar acción para descubrir tu propósito y llevar a cabo decisiones que puedan transformar tu vida, puede parecerte muy duro. Y sí, puede que a veces lo sea.

Pero si no lo haces, por evitarte esas «agujetas» emocionales, levantarte cada mañana para vivir tu día a día, te parecerá una tarea cada vez más dura. 

Ángel María
Ángel María

Emprendedor orientado a Propósito, fundador de proyectos como Medios y Redes, Influenzia, Bubok, Iniciador o Leemur. Calificado por Forbes como una de las 100 personas más creativas del mundo de los negocios. Ayudo a personas y organizaciones a identificar su Propósito Transformador.